Nos dimos un pequeño lujo y pudimos manejar los dos SUV’s de Porsche: Cayenne Platinum Edition y Macan S, aunque sea por una pocas horas. ¿Cómo se hace un todoterreno deportivo?
Pocas veces se tiene una oportunidad como ésta y, de hecho, yo no había manejado ningún Porsche anteriormente. Como prueba de manejo dista mucho de ser lo ideal, pero ¿quién podría negarse a una invitación de manejar dos modelos de la casa de Stuttgart, aunque sea sólo por una tarde. Yo no, señores.
Esa fue la invitación de la gente de prensa de Porsche, que estuvo la semana pasada en Córdoba y se trajo un par de fierros para probar. Se trataba de un Cayenne con su último rediseño, lanzado el año pasado, en una versión llamada Platinum Edition; y de un Macan S, una de las versiones más potentes y veloces del SUV más nuevo de la marca alemana.
Hecha la propuesta, gastamos de la mejor manera posible cada minuto y litro de nafta.
Cayenne y un poco de historia
La idea de que una marca de autos deportivos como Porsche haga un SUV (siglas de Sport Utility Vehicle, como se denomina en el mundo a lo que acá conocemos como 4×4) causó estupor en el mundillo de automóvil allá por el comienzo del nuevo milenio. Se sabe, los SUV´s son el tipo de vehículos que más crece en el mercado mundial y los alemanes no son ningunos tontos.
Así que rompiendo todos los prejuicios lanzó la primera generación del Cayenne allá por 2002 y enseguida se transformó en un éxito mundial y muchas otras marcas que dudaban se lanzaron a pescar en este segmento. Las datos son contundentes: hoy quedan sólo 8 marcas en el mundo sin un SUV. De las deportivas, Ferrari, Bugatti, Lotus, McLaren y Aston Martin son las únicas vírgenes.
Porsche fue más allá y al éxito de Cayenne le sumó en 2014 otro SUV un poco más chico llamado Macan, que trataremos más abajo. La jugada puede ser criticada por los puristas pero nunca desde la contabilidad: en 2016, las ventas de estos dos modelos representaron el 70 por ciento de los patentamientos de Porsche. La marca conocida por el inoxidable 911 en realidad paga sus cuentas con Cayenne y Macan.
Lo que probamos fue la segunda generación de Cayenne, con el último restyling que se presentó el año pasado pero que recién ahora está llegando con fuerza al mercado. En este caso es la versión Platinium Edition que tiene detalles estéticos como las enormes llantas RS Spyder, y otros de equipamiento como los faros de bixenón con luces adaptativas o los retrovisores con antideslumbramiento automático. El precio de esta versión es de U$S 164.000.
Debajo del capó tiene un V6 naftero de 3.6 litros aspirado de inyección directa que tira 300 caballos y 400 Nm de torque Se asocia con una caja automática Triptronic S de 8 marchas y tracción integral. Es un conjunto potente, rápido y eficiente que lleva al Cayenne hasta los 100 km/h en 8 segundos y puede lograr una velocidad máxima de casi 230 km/h. Hay otra versión más bestia, el Cayenne S, que sale U$S 230.000. La híbrida, si bien está en el catálogo, no se está ofreciendo.
Aquí hay que hacer una digresión. El gran conflicto entre deportividad y estos todoterrenos se centra en dos puntos, el peso y el centro de gravedad. Para el primero, la solución es bastante simple: le damos toda la potencia que haga falta para mover las dos toneladas que pesa este Cayenne. Esta versión cumple sus objetivos, pero si se quiere más, está la versión S.
La segunda es más complicada, ya que un centro de gravedad más alto -necesario para salir a la tierra- tiene problemas irreconciliables con las fuerzas de la física. Pero, cuando se trata de vehículos alemanes de más de 150 mil dólares hay una solución: suspensión neumática variable que levanta o baja la carrocería según el uso. Esto le da a los SUV’s de Porsche la versatilidad necesaria para ser, justamente, un deportivo utilitario.
Del diseño exterior no voy a decir demasiado, es un vehículo sumamente conocido. A mí no me parece de los más lindos, la idea de darle ADN Porsche, a mi entender, privó a los diseñadores de jugarse más, como BMW con la X6. Es, por supuesto, imponente.
Pero lo mejor está cuando uno abre la puerta. El cockpit es sencillamente espectacular y agarrar un volante Porsche nos hace pensar que el diseño perfecto existe y se aprovecha mejor en las cosas más sencillas. ¿Por qué no hay más volantes perfectos como los de Porsche?
Semejante puesto de manejo agobia en un primer momento, pero como todo producto bien pensado, uno puede salir andando en 10 segundos si lo desea, salvo que uno no sepa que la llave va a la izquierda. Las funciones son múltiples y no vale la pena mencionarlas a todas. Lo que uno debe saber es que hay tres modos de conducción, confort, sport y sport plus. Cada uno actúa en la dureza de la suspensión, la dirección y en la respuesta de acelerador.
Por supuesto, confort casi no probé. En la sport la respuesta es más que suficiente para moverse con soltura en ciudad, ruta y todo lo que uno quiera hacer. La suspensión, por supuesto, es un poco dura, pero no llega a ser incómoda en absoluto. Fuera de camino conviene siempre usar el off-road para que la parte delantera no toque. No es para nada un todoterreno real, pero gracias a la tracción integral es difícil quedarse atascado en terrenos de dificultad media.
En modo sport plus todo se pone más firme y el tacómetro (grande, al medio, como todo deportivo de bien) se levanta en vueltas. Las dos toneladas no dejan de ser medio elefantinas, pero se mueve más que bien y la suspensiones no dejan que la carrocería se incline demasiado. Se siente firme, aplomado y empujador, pero no es un deportivo con todas las letras.
Lo que sí es es confortable y está perfectamente terminado. Las plazas traseras son el principal argumento frente al Macan, ya que son amplias y modificables, gracias a que tanto el respaldo como los asientos se ajustan. Las sensaciones arriba de un Cayenne son de placer y poder, uno siente que puede ir a cualquier lugar del mundo envuelto en una cápsula de precisión alemana. Nada puede salir mal arriba de un Cayenne, salvo que tengamos un pichazo y no nos quede otra que recurrir a una inconveniente rueda de auxilio temporal.
En equipamiento la ficha es larguísima, pero aquí hay que tener en cuenta que no es la versión más cara y que, en este tipo de segmento, el lujo viene siempre de la mano de los ítems opcionales, que pueden sumar el precio de un auto base en sí mismos.
A este precio se puede pedir cualquier cosa y a mi entender el Cayenne debería estar más avanzado con los distintos sistemas de asistencia que en algún momento decantarán en la conducción autónoma. Yo, en 2017, quiero que un auto de más de 150 mil dólares se maneje casi solo, aunque no sé si lo usaría. ¿Quién podría querer soltar ese volante tan bien hecho?
Macan S, o el auto perfecto
Yo debo decir la verdad, ya que los que leen con asiduidad este sitio me conocen. No me gusta la moda SUV en la que a cualquier auto normal se le suben las suspensiones para darle cierta capacidad off-road. Se pierde aerodinámica y estabilidad, que en una ruta a 110 km/h pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte en autos sin control electrónico de estabilidad.
Pero seamos sinceros. Si uno tuviese la oportunidad de comprarse un sólo auto a cualquier precio, pero a condición de usarlo todos los días, ¿no elegiría un Macan S? Yo creo que sí, y las razones a continuación.
Macan es más chico, un poco más bajo y tiene un remate del techo bastante distinto al Cayenne, que para mí lo deja bastante más lindo con el perjuicio de las plazas traseras, que si bien son suficientemente amplias, no llegan al confort de su hermano mayor. Esta versión tiene techo panorámico que abarca adelante y atrás, y quizás por eso una persona de un metro ochenta toca un poco la cabeza. Nada grave.
El diseño, a mi entender, es más armónico y atractivo. Mide 4,68 metros, lo que está muy bien, y tiene una distancia entre ejes de 2,8 metros. Calza llantas rodado 18 con distinto ancho adelante y atrás. Este Macan S pesa menos que el Cayenne «normal» y tiene más potencia: 340 caballos y nada menos que 460 Nm de torque para mover 1.865 kilos. También sale más caro: U$S 188.000.
Bajo el capó (de aluminio) tiene un V6 naftero de tres litros de cilindrada biturbo de inyección directa, asociado a una caja distinta: automática de siete cambios y doble embrague. Es un motor que empuja como un camión y lleva al Macan hasta los 100 km/h en sólo 5,4 segundos. Puede alcanzar los 254 km/h de máxima. Ahora sí, créanme, estamos ante un auténtico deportivo disfrazado de vehículo familiar.
Si subirse a un Cayenne es todo una experiencia, el Macan llega a emocionar. En este caso viene con tapizado bitono color rojo y butacas de regulación eléctrica que se tiran para atrás cuando abrimos la puerta, lo mismo que el volante -para adelante, en este caso- para hacer más cómodo el ingreso. Hablando de comodidad: la butaca tiene un regulador para extender el borde delantero y así descansar mejor las piernas. Uno siente que es demasiado.
En términos generales es similar a la Cayenne pero los mandos son distintos. El Macan S es más extremo: las funciones disponibles son Sport y Sport Plus. Esta última hace pegar un salto al tacómetro, ya que el motor empieza a regular mucho más arriba. El escape ronco suena hermoso gracias a un sistema que se puede activar para que se escuche mejor en la cabina.
La suspensión neumática baja 15 milímetros la altura del Macan para mejorar el desempeño y todo un arsenal tecnológico (como el Porsche Torque Vectoring Plus) trabaja para que doblar acelerando nos deje una sonrisa en la cara. La tracción es integral y la caja de doble embrague es rapidísima. Este Macan hace todo lo que le pedimos y de manera eficiente, desafiando las leyes de la física.
Una vez más, tomar ese volante y dibujar curvas con este auto es dionisíaco.
En este caso la yapa es el off-road, o sea, este es un deportivo que además tiene algunas prestaciones fuera de camino. Y no las supera nada mal gracias a una función específica que mejora la tracción (que es integral, recordemos) en terrenos de baja adherencia. No es un vehículo para ir a las dunas ni a un campo recién llovido, pero no nos dejará tirado en la mayoría de las aventuras.
En el Macan hay, además, un poco más de la tecnología de asistencia que mencionábamos más arriba. Tiene control de velocidad crucero adaptativo -regula la velocidad de acuerdo al trafico- y alertas de cambio de carril, que hacen sonar una alarma cuando pisamos las líneas de la ruta. No toma el control del volante, o yo no pude activar ese sistema. También tiene sistema de Start-Stop (apaga el motor cuando el auto está detenido), para mejorar los valores de consumo.
A propósito: no medí consumos pero no son en absoluto desorbitados. Manejando tranquilo se puede hacer 12 litros cada 100 km y trae la función navegación a vela que desconecta toda la transmisión para que el auto se deslice como en una pista de curling recién cepillada.
En entretenimiento tiene de todo y el asistente es realmente inteligente, con sólo decir un par de palabras podemos hacer llamadas, buscar direcciones en el GPS y hasta navegar por internet, aunque esto no lo probé (¿ustedes se pondrían a navegar por internet pudiendo manejar un Porsche?). Mucho de esto lo trae un auto común y corriente, pero acá funciona realmente bien y no recibimos un no lo entiendo cada vez que queremos hacer una llamada.
Me gustaría hacerle alguna crítica al Macan S, pero de verdad, no la encontré en este pequeño contacto. Lo del techo atrás puede ser incómodo para algunos y el auxilio temporal también es algo inconveniente, pero son detalles. Por supuesto, el precio es exorbitante, pero eso es lo normal en el esquema impositivo argentino. Hace unos años este auto hubiese valido seguramente el doble.
Llegando
No debería sorprender que una marca como Porsche haga SUV’s, después de todo el glorioso 911 siempre fue siempre considerado el deportivo más apto para usar en el día a día. Cayenne y Macan llevan ese concepto al extremo. Son deportivos realmente usables.
Por la diferencia de configuración -una versión normal contra una versión S- el Macan, a mí entender, le saca una amplia ventaja al Cayenne. Pero en el caso de versiones similares, igual me gusta más el Macan. El diferencial de Cayenne es la gran comodidad del que va atrás, y eso para mí escapa un poco al espíritu deportivo del Porsche.
Al Macan S lo sentí como el auto perfecto si te gustan los deportivos pero además lo pensás usar todos los días. Un auto que no necesitás ponerlo en una pista para disfrutarlo: hasta llevar a los chicos a la escuela debe ser un placer. Por supuesto, hay opciones (pienso, por ejemplo, en el Audi RS4 Avant) y algunas de ellas más baratas, aunque el Macan S tiene un equilibrio perfecto.
Ustedes, si pudieran optar por un solo auto para usarlo todos los días y en todo tipo de circunstancias, ¿qué elegirían?
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