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La relación con Brasil será uno de los puntos más complicados del próximo gobierno de Alberto Fernández y es el destino del 65 por ciento de las exportaciones de la industria automotriz. 

Consagrado como presidente electo de la Argentina, Alberto Fernández tendrá en Brasil un elemento clave para su mandato que comienza el 10 de diciembre. En lo que hace a industria automotriz, el frente muestra más nubarrones que cielos despejados.

En autos, Brasil y Argentina son casi un bloque común, con aranceles altos para los productos que llegan de fuera del Mercosur (35%) y un intercambio regulado entre los dos países por cuotas (ver más). La idea siempre fue que ambos países se complementen y puedan crecer.

A Argentina le cuesta muchísimo vender autos más allá de  Brasil, aunque no es imposible. Toyota lo ha hecho y Volkswagen también, en menor medida. La dependencia de Brasil hoy es alta, con un 65,4% de exportaciones de la industria automotriz a ese país. En el pasado ha sido de casi el 80%.

Para Brasil también es importante Argentina como destino de sus exportaciones, aunque menos crucial, con un mercado interno de 2 millones de autos y potencial de 4. Argentina suele ser entre una cuarta y una quinta parte del mercado brasileño, según la época (este año cerrará en unos 440 mil autos).

Los distintos gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) apostaron por un fortalecimiento del Mercosur, pero desde que en Brasil gobierna Jair Bolsonaro, el eje cambió. Los próximos meses serán de vital importancia.

Menos aranceles

Bolsonaro, que no quiso saludar la victoria de Alberto Fernández, busca bajar los aranceles para autos y acero extra Mercosur de los 35% actuales a nada más que el 12% en un plazo de cuatro años. En las condiciones de competitividad que se encuentra hoy Argentina, una medida como esa haría prácticamente desaparecer a la industria local. Bolsonaro viene haciendo reformas (laboral y previsional, entre otras) para atraer inversiones.

Por supuesto, encontrará resistencia de Fernández, pero Brasil sabe que está en una posición de poder. Si bien los estatutos no lo dejan, Bolsonaro amenaza constantemente en liquidar el Mercosur y cerrar nuevos acuerdos por separado. No parece razonable que lo haga, pero las relaciones internacionales ya no son lo que eran.

Seguramente prevalecerá el interés económico común, pero no habría que descartar cambios importantes en el Mercosur. 12% parece un número bastante bajo, pero quizás es el punto de largada para la negociación. ¿Un 20% dejaría vivir a la industria? ¿O se pondrá un objetivo de 12% en un plazo más largo?

La mayoría de las automotrices tienen un comando unificado para Argentina y Brasil (con la excepción de Toyota, que es la que más produce y exporta) y dos ya han salido a apoyar la reducción de aranceles, aclarando que primero es necesario bajar los costos productivos de Argentina, sobre todo en materia de impuestos (y no tanto la carga laboral).

También hay muchas suspicacias respecto a la fecha. Bolsonaro quiere discutir estos cambios en la primera semana de diciembre, antes del cambio de gobierno de Argentina. Es decir, quiere negociarlo con Macri y no con Fernández.

Los próximos días serán cruciales para muchos sectores, pero en especial para la industria automotriz. Habrá que seguir de cerca el tema.


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