En lo que va del año, las automotrices aumentaron las importaciones un 42% respecto a 2015. La mayoría viene de Brasil, país que está buscando ubicar su exceso de producción.
Lo dijo el vicepresidente de ventas de Volkswagen cuando estuvo en Córdoba hace unos días: «Hay dos automotrices que están bien con el flex, algunas que estamos un poco pasadas y otras que están en la luna«. La frase se refiere al intercambio comercial en la industria automotriz entre Argentina y Brasil y pinta perfectamente la situación del sector.
Este año se firmó un nuevo acuerdo automotor con Brasil, bajo las mismas condiciones que el anterior pero a un plazo más largo (hasta 2020). El acuerdo establece un mecanismo denominado flex, que dice que por cada dolar en autos y autopartes que Argentina exporta a Brasil puede importar hasta 1,5 dólares, sin pagar aranceles. Pasado dicho monto, deberían haber multas aunque por ahora no se vienen aplicando.
El nuevo acuerdo, al ser multianual, le permite a las automotrices manejarse con libertad, ya que pueden compensar las importaciones de este año con las de los siguientes. El único límite que tienen es el de algunos funcionarios del gobierno nacional, que sólo levantan el teléfono cuando la situación de incontinencia importadora es muy evidente.
En el cuadro que pintaba el referente de Volkswagen se pueden ubicar algunos jugadores. Con total seguridad, una de las automotrices que están bien con las expo-impo es Toyota, que exporta la Hilux y SW4 a todo el continente, gracias a una inversión record de 850 millones de dólares. El resto es más confuso, quizás Ford sea la otra (tiene dos productos «caros» como Ranger y Focus para exportar) y de ahí para atrás se acomoda el resto.
Un informe publicado por la agencia de noticias estatal Telam le pone números al boom importador. Según la agencia, desde enero y al cierre de la primera quincena de julio, el sector automotriz importó un total de 240.000 unidades, lo que representa un incremento del 42% frente a los 168.000 vehículos que llegaron al país en el mismo período de 2015.
«Las cifras del primer semestre muestran que hay un claro desequilibrio por la gran dependencia que el sector mantuvo del mercado brasileño, aún cuando la industria pensaba que podía llegar al millón de unidades de producción local años atrás», explicó un directivo de una firma automotriz local a Telam al analizar la balanza comercial del sector.
La situación para la industria tiene varias señales de tormenta perfecta. Luego de las restricciones para importar que hubo en los últimos años, con el cambio de gobierno la situación se abrió casi totalmente. En el medio, Brasil vive una crisis fenomenal y necesita ubicar sus excedentes de producción, que por cierto son más baratos que los made in Argentina. Por eso, los empresario no dejan de mencionar la palabra competitividad cada vez que le ponen un micrófono delante.
La situación de Brasil por ahora no tiene pinta de que vaya a cambiar y los más optimistas ven crecimiento en el segundo semestre de 2017. Mientras tanto, en la Asociación de Fabricantes de Autos (ADEFA) miran a Colombia en lo inmediato (es un mercado de 300 mil unidades anuales, la mitad de Argentina) y a la Unión Europea como objetivo de máxima. Lo que sucede es que no es justamente el mejor momento de Europa luego del Brexit.
Debido a la sequía de oferta que hubo en los últimos dos años, el mercado de autos de Argentina viene absorbiendo estas importaciones, con un crecimiento del 7,5% en el primer semestre. En esta segunda parte la demanda parece enfriarse, aunque las voces al respecto son divergentes. Si las importaciones crecieron un 42% en un mercado que se expandió 7%, queda claro que los que perdieron fueron los autos nacionales.
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