Las suspensiones en PSA Peugeot Citroën son un adelanto de lo que se viene para la industria automotriz: ahogada por retenciones y caída del mercado interno, las expectativas para 2019 son muy malas.
Ayer se conoció que la planta de PSA Peugeot Citroen, ubicada en El Palomar (provincia de Buenos Aires) cerrará sus puertas al menos durante todo marzo (y abril casi con seguridad), con suspensiones para los operarios, que cobrarán sólo un parte del sueldo. Esta situación se suma a las que también se viven en Córdoba, con Santa Isabel y Ferreyra trabajando unos días sí y otros no.
Las razones para estas suspensiones son comunes: por un lado, el mercado argentino está totalmente deprimido por una economía en recesión y hay exceso de stock tanto en las plantas como en los concesionarios. Nadie necesita más autos.
Por otro, si bien Brasil comenzó con leve pero sostenida recuperación de su mercado, el equipo económico del gobierno argentino decidió el año pasado dos medidas que ahogan las exportaciones: baja en los reintegros a las exportaciones (de 6% a 2,5%) y la vuelta de los derechos de exportación o retenciones, ahora de tres pesos por dólar exportado.
Sobre esto ya advertimos varias veces: estas retenciones afectan más a los vehículos con mayor cantidad de piezas locales (ver más), un verdadero sinsentido que está afectando fuerte a las autopartistas. Empresas como Fiat, que apostaron a la radicación de proveedores, están viendo sus productos pagan más impuestos que los que apenas se ensamblan en Argentina.
Es decir, la industria automotriz en Argentina hoy no tiene ni un buen mercado interno ni condiciones ventajosas para la exportación, un combo que llevará a que 2019 sea uno de los peores años de la historia en producción de autos.
Del Plan 1 Millón al subsuelo
Esta gestión arrancó con un plan estratégico para la industria automotriz, llamado Plan 1 Millón, que se proponía producir esa cantidad de autos hacia el año 2023. Todavía falta, pero la realidad es que desde que asumió Mauricio Macri la producción de autos ha bajado año tras año.
Hay buenos proyectos en marcha, pero algunos fueron hechos con otra perspectiva económica y ahora están muy por debajo de sus posibilidades. Tanto Santa Isabel como Ferreyra recibieron millonarias inversiones hace muy poco tiempo, pero las dos están lejos de cumplir con sus objetivos de producción.
La misma PSA, que cerrará sus puertas por dos meses, tiene en marcha un proceso de inversión para producir el nuevo Peugeot 208 a partir del año que viene. Pero hoy sólo produce vehículos que no se pueden exportar y ni vender en Argentina.
La excepción es Toyota, que es una de las únicas con relación directa con su casa matriz (Japón) y que no debe pasar por el filtro de Brasil. La planta de Zárate produce a un ritmo de 140 mil unidades anuales y se prepara para nuevos proyectos. Es, por otro lado, la más diversificada: exporta a casi toda Latinoamérica, salvo México.
Hoy el diario Ámbito publica una proyección según la cual este la producción volverá a caer (10%) y se ubicará entre las 420 y 440 mil unidades, una cifra que nos lleva trece años para atrás: en 2006 se hicieron en Argentina 432 mil autos.
Muchos de los que apostaron por los proyectos productivos en marcha ya están arrepentidos y hay acusaciones cruzadas por el error de pronóstico. A nadie debería sorprender si una o varios inversiones planeadas se suspenden. Hoy nadie genera expectativas positivas hacia el futuro.
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