Fiat Chrysler y Google firmaron un inédito acuerdo para desarrolla la Pacífica con conducción autónoma. Es la primera automotriz en hacerlo. Qué consecuencias puede tener.
La noticia en sí podría pasar una tanto desapercibida pero tiene implicaciones que van más allá de lo anunciado. Fiat Chrysler y Google hicieron formal un acuerdo para desarrollar la conducción autónoma -esto es, sin conductor- en la recientemente lanzada minivan Pacifica. Es la primera vez que Google trabaja directamente con una casa automotriz para integrar su propio sistema de conducción autónoma en un vehículo.
Los desarrollos del Google Self-Driving Car Project no son nada nuevo y en CarsDrive venimos contando hace bastante cada uno de sus hitos. En siete años de experimentación, los vehículos de la flota han recorrido casi 2,5 millones de kilómetros de calles públicas y están actualmente en experimentación en Mountain View (California), Austin (Texas), Kirkland (Washington) y Phoenix (Arizona).
Google utiliza muchos autos para sus pruebas, los más conocidos son las SUV Lexus (la marca premium de Toyota), pero las automotrices no tienen nada que ver con los proyectos, o al menos nada oficialmente. Ahora, serán los ingenieros de FCA quienes trabajen a la par de los de Google y la automotriz podrá a disposición del proyecto 100 Chrysler Pacifica híbridas -porque también es importante ser verde- especialmente desarrolladas.
Google integrará el conjunto de sensores y software que permitirán al vehículo moverse autónomamente en las calles. La responsabilidad a nivel de ingeniería estará repartida según las específicas áreas de competencia de las respectivas compañías y la Chrysler Pacifica Hybrid a conducción autónoma será testeada en el circuito privado de Google en California y antes de utilizar en la vía pública.
Hasta aquí la información dura y pura, de ahora en más las especulaciones. Es un secreto a voces que hay celos entre la industria automovilística -una industria centenaria- y las llamadas «tecnológicas». Las relaciones existen pero están bien acotadas, ya que los modelos de negocios son muy distintos y se fundan en bases diferentes. Por ejemplo, Tesla siempre levantó suspicacias con sus proyectos y su forma de comercialización, que busca sacar del medio a los concesionarios, toda una institución dentro de la industria automotriz.
En este panorama, Google es de las empresas más peligrosas para todas las demás industrias, porque una vez que logra meterse, en seguida copa la parada. Apple, a su manera, es similar, y también viene trabajando en sus propios vehículos. El reciente caso de Uber en Argentina es otro ejemplo de cómo se mueven este tipo de compañías en nuevos terrenos.
Es por eso que la noticia del acuerdo de FCA con Google puede leerse más allá. Sergio Marchionne, el particular CEO de la automotriz que estuvo hace unos días en Córdoba, viene pidiendo a los gritos a las otras automotrices una alianza que les permita bajar los costos de producción. Sus dardos apuntaron principalmente a General Motors, quienes lo rechazaron casi en un paso de telenovela.
Solapadamente -y no tanto-, Marchionne «amenazó» con abrir el juego a empresas de fuera de la industria si el resto de las automotrices se seguía negando a hacer alianzas de cooperación, y ahí es donde ahora aparece Google. Si bien el acuerdo abarca solamente a este proyecto -que por cierto, es nada menos que el futuro del automóvil-, puede ser leído también como una señal importante a los otros jugadores del conjunto de automotrices de líderes.
Se vienen muchos cambios en la industria automotriz y las primeras piezas ya se están moviendo. Este acuerdo de FCA y Google es parte de ese juego.
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